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El Lugar

 
Abalconada a la sierra y costa del estrecho de Gibraltar asoma una comarca milagro, -tradición y mundo; Mediterráneo y Atlántico a partes iguales-. Un espacio cultural que desde siempre ha sido gozne a dos aguas a los hombres, a los espacios, a las maneras, a los momentos de la economía del lujo.
 
Una comarca, la de Ubrique, que arquitraba desde su banda montañosa a dos columnas  - quien sabe si pies de encinas milenarias- para que Hércules fuera enviado por los dioses a Andalucía a robar las manzanas de oro del paraíso del jardín de las Hespérides, y  las tartesias ganaderías de bueyes y vacas coloradas del viejo Gerión: el oro de manzanas del paraíso y el alma y la piel del toro del sur de España. El lujo por excelencia.
 
Desde entonces,  este rincón y mundo a la vez, vio sucederse secularmente los comercios del lujo, -y con ellos los lujos de la piel- desde su sereno y laborioso alejamiento artesanal en armonía con la naturaleza.
 
Y a la sombra de las rutas de hoy pero de siempre, de mercaderías de lujo y riqueza, a la queda faena de los mil y un caminos más de tierra o mar, que se han sucedido hasta nuestros días, en la esencia cultural y territorial: Ubrique, que,  como humilde actor y ,a la vez, espectador de lujo,  se enfeuda con la excelencia, la exclusividad, el exotismo, se entronca a sí misma a su propia tradición local y global a partes iguales, con  la genealogía cultural de su saber hacer en el trabajo de la piel.